Si un consumidor que compra una silla accede a una información según la cual ésta resiste máximo a una persona de 80 kilos, y la silla se rompe con una que pesa 60 kilos, está en todo su derecho de reclamar por la mala calidad. Pero si la silla es utilizada por una persona de 100 kilos y la silla no resiste, no puede quejarse.
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